Entornos VUCA percibidos desde Colombia
Los entornos VUCA (Volátiles, Inciertos, Complejos y Ambiguos), en boga desde principios de siglo, hoy definen la realidad de las organizaciones y sistemas humanos en la actualidad, sin embargo, esta, la verdadera “nueva realidad”, que va más allá de las dinámicas temporales, es un aviso evolucionista y duro para aquellos sistemas tradicionales, sean compañías con ánimo de lucro, o no.
Para Ángel Castiñera “estas disrupciones tienen en común no solo la intensidad y la aceleración de los cambios, sino también importantes grados de interconexión entre ellas. Por ejemplo, para limitar el calentamiento global, tendremos que hacer un uso distinto de los recursos y las técnicas, y favorecer otro modelo económico y de crecimiento”.
Y es que precisamente el desafío de controlar el calentamiento global, antes de la pandemia del COVID-19, era el reto generacional humano del siglo XXI, que implicaba, básicamente el innovar en las formas en las que creamos tecnologías, de ubicarnos geográficamente, de transportarnos y de producir y consumir energía: es decir, en una nueva manera de ser humanos: más inteligente, más sapiens.
Para Castiñera “mantenerse dentro de los “límites planetarios” será imposible si no se produce un “desacoplamiento”. En la próxima década, el decoupling será el intento (incierto) de lograr mantener un crecimiento económico sostenido (sin desplazar la carga material y ambiental hacia los países en vías de desarrollo, conocida como producción offshoring). Se tratará de hacer posible que el crecimiento económico vaya acompañado de un decrecimiento físico del consumo de recursos (desmaterialización) y de las presiones ambientales derivadas (contaminación, residuos)”.
Evidentemente, esta nueva forma de percibir la energía y el consumo hace que modelos como el de los combustibles fósiles se conviertan en insostenibles, y se piense en generación de energías alternativas ya no como un proyecto futuro, sino como una necesidad inmediata para la mayoría de sociedades, mientras en Colombia, por ejemplo, el fracking continúa siendo objeto de estudio: el anacronismo y terquedad neardental puesto en escena, en momentos de glaciación global.
¿Y el COVID-19?
De manera decidida, la pandemia del COVID-19 ha generado una aceleración de cambios que quizás, algunos visionarios previeron para su organización, como el tránsito relacional hacia lo digital y el evitar, en lo posible, tomar decisiones relevantes a través de teleconferencias de manera sincrónica y en tiempo real.
Esto genera, de por sí, un menor imparto en la productividad, al no tener que transportarse por una o dos horas por trayecto al lugar de trabajo; y ciertas dificultades, quizás también para poder diferenciar el entorno familiar del laboral: los calificadores morales verán lo bueno y lo malo, pero el entorno es eso, VUCA y no lo importa si estás de acuerdo o no, si estás listo o no, lo que le importa al entorno evolutivo y duro es si te adaptas o desapareces, punto.
Entonces, para la sociedad colombiana, tradicional, que en teoría general de los sistemas se clasificaría como cerrada en la mayor parte de sus subsistemas (regiones), el reto es mayúsculo, pues deberá integrarse a esos entornos VUCA, caóticos y posmodernos; desde su cultura híbrida, lo cual bien podría ser una fortaleza, eso dependerá de la capacidad de adaptación de cada individuo, de cada grupo social y de cada organización.