Comunicación no verbal Vol.1: Kinésica

Comunicación no verbal Vol.1: Kinésica

Si de comunicación se trata, lo cierto es que tienen razón los teóricos que hablaron en algún momento que toda acción comunica, es decir “todo comunica”, esto quiere decir que debemos procurar potencializar todo nuestro mensaje lo más conscientemente posible, y si no comunicamos, también lo hacemos.

Y es que, los componentes no verbales de la comunicación contribuyen con entre el 65% y un 93% de información la transmitimos con comunicación no verbal; sin lugar a dudas, comunicamos más con lo que no decimos que con lo que decimos.

Dentro de la comunicación tal vez no tan consciente que se trabaja con el vocero de una organización está la comunicación no verbal; y dentro de ella, la que quizás más se reconoce es la kinésica o kinestésica, es decir, el lenguaje corporal de los gestos y de las mismas extremidades, que parte de una norma; denominada “la media”, que consiste en el comportamiento “normal” que tendría la mayoría de personas ante una determinada situación.

Así, para hablar solo de la mirada, el llamado «espejo del alma», es el perfecto ejemplo de este universo en el que se puede analizar el cuerpo como foco de estudio, reveladora de estados de ánimo, verdades y mentiras, intereses y atracción; y para este caso particular podemos indicar que:

La mirada

Es el aspecto más difícil de manipular. Cuando una persona escucha, debe mirar a quien habla, pero cuando la persona habla, en ciertas culturas, no debe mirar fijamente a quien escucha, pues causa incomodidad, en otras, la mirada es un reto, o si no se mira de frente, es una falta de respeto.

En general, en Occidente y Latinoamérica, la mirada de soslayo da la sensación de agresividad o desconfianza; mirar de arriba abajo también incomoda: La mejor mirada es la frontal.

Al mirar al cliente es conveniente mirarlo y saludarlo con una leve sonrisa. Así sabrá que se le tiene en cuenta.

Otro tip para tener en cuenta es que cuando una persona se recuerda detalles reales, sus ojos suelen moverse hacia la izquierda si la persona es diestra; y cuando alguien diestro inventa una historia o está imaginando, sus ojos se mueven hacia la derecha. Si la persona es zurda, es al contrario. De esta manera simple, observando la dirección de la mirada previa al discurso, podemos descubrir a quien nos está mintiendo.

Y así, con una mirada, podemos entrar por la ventana del universo del cuerpo de cada persona, que transmite quién es y sus intenciones todo el tiempo, permanentemente. En ocasiones, con entrenamiento podremos controlar o remarcar con más fuerza lo que queremos decir con palabras, en otras, tenemos que trabajar aún más, para hacerlo mejor.

Para rematar es importante es que sepamos también que entre más trabajemos en nuestros gestos, más podemos modificar no solo la percepción que otros tienen de nosotros, sino la que nosotros y nuestro cerebro tiene de nosotros en determinadas situaciones, incluso en aquellas que antes nos generaban estrés.